martes, julio 28, 2015

San Pedro de Atacama

Durante 3 días recorrimos San Pedro de Atacama y sus alrededores.  Fui con mis hijos Cristián, Verónica y Cecilia, y mi hermana Pilar.   Pese a lo poco del tiempo, gracias a que arrendamos auto y no nos ceñimos a los tures guiados, pudimos recorrer muchos lugares muy pintorescos.   He aquí la descripción del viaje:
Jueves 23 de Julio de 2015:
Partimos a San Pedro a las 17.55 hrs.  El vuelo dura 1:40 minutos.


Expectantes por llegar a Calama
En El Adobe
Llegada al aeropuesto de Calama.
En Calama arrendamos una camioneta y partimos a San Pedro, donde alojaríamos en el hotel Don Raúl.   Una vez instalados, salimos a comer a un restaurante bien simpático llamado  El Adobe, donde comimos muy bien y nos pedimos una botella de vino.   Todo por $ 80.000.- 

Viernes 24 de Julio de 2015:
Nos levantamos a las 7 am para supuestamente salir a las 9 am a las lagunas de Miscanti y Meñique. Las dos a una altura de 4.000 mts. El camino muy bueno, pavimentado hasta los últimos 2 kms. Poco transitado. Se pasa por los pueblos de Toconao y Socaire. 
Las autopistas son estupendas, llenas de lugares para poder descansar
El desierto con sus manchones de pasto amarillo le dan un sabor especial a lo que vive en ese lugar
Es un camino muy bueno el que conduce a las lagunas altiplánicas

Mis hijas son muy agradecidas de los viajes!!
En el pueblo de Socaire paramos para hacer algunas necesidades y yo me compré un gorro de lana por $ 4.000.-   Continuando nuestros camino, llegamos a las lagunas, que son muy lindas y espectaculares, dignas de ser un patrimonio de la humanidad.

La laguna de Miscanti, con su flora y fauna muy particular
Muy cuidadas, bien mantenidas, con unos miradores muy acogedores, y unos senderos bien diseñados para caminar. La entrada al parque nacional Los Flamencos está atendido por guías bien atentos y relativamente amables.

En la laguna de Meñique
Los guanacos pastan apaciblemente a la orilla del lago

Luego de esto, fuimos a la laguna de Chaxas, en el salar de Atacama. Allá están los Flamencos. El espectáculo es asombroso, en medio de la nada ver ese paisaje de montañas rojizas, las lagunas de sal y las planicies de agua, sobre las cuales los flamencos se pasean alimentándose gran parte del día, sin siquiera preocuparse de todos los observadores humanos que los manosean con sus miradas, transmite una paz y tranquilidad que nos hace reflexionar sobre la grandeza de la creación y la necesidad de cuidar "nuestra casa común".

Laguna de Chaxas, lugar donde los flamencos cohabitan con los curiosos turistas
Un guía a la entrada del Parque del salar, nos explicó con mucho detalle y profesionalismo, muy bueno, genial y simpático, la evolución del parque y cómo se protege a la flora y fauna que allí se encuentran.

Mis adorables hijas en la laguna de Chaxas, en el Salar de Atacama
A la vuelta del paseo, tipo 3.30 pm, fuimos a almorzar a la Casona. Fueron la Pila, la Vero y la Ceci, conmigo. En el camino la Pila encendió un cigarro, que despertó los sentidos de un curadito que estaba sentado en la calle. Primero le dijo "linda deme un cigarrito, por favor", y la Pila compadecida, se lo dió, lo que fue interpretado por el curadito como una invitación a entrar al corazón de la Pila. Como si fuera un milagro, o fuera por el cigarro o por el corazón de la Pila, el curadito se levantó y comenzó a seguir a la Pila, tirándole piropos.



Como no le dio bola, sus piropos se transformaron rápidamente en insultos y groserías. Por suerte no siguió insistiendo y luego de algunos minutos, se aburrió de seguirla.   Cristián se quedó en el hotel descansando. Luego nos fuimos a pasear por las calles de San Pedro y las niñitas encontraron un lugar para arrendar bicicletas. Nosotros con la Pila nos quedamos en la calle, donde nos encontramos con Cristián, que estaba buscando un lugar para almorzar. Por ahí encontramos un local que vendían Kiches y Cristián se comió dos pedazos mientras nosotros con la Pila nos tomamos unos cafés.

Luego nos fuimos a la plaza, donde había mucha animación. Había una banda de batucada, que con puros tambores a un ritmo muy armónico convocaban al público que animadamente los acompañaba.

La batucada en el medio de la Plaza de San Pedrro
Nosotros aprovechamos luego para visitar el museo del Padre Le Paige, destacamos especialmente la devoción al trabajo que hizo el P. Le Paige en recolectar muestras arqueológicas de la región, aparte de las grandes cantidades de momias que hoy día yacen en los depósitos del museo, puesto que muchos pueblos originarios reclamaron porque sus ancestros no descansaban con la curiosa mirada de todos los visitantes del museo.   Después paseamos por la plaza y visitamos la iglesia, que está casi terminada, luego de una restauración que la dejó muy linda.





En la noche fuimos a comer a un restaurante que tenía una gran fogata en el medio de la sala. Mal atendidos, no llegaban nunca a preguntarnos qué queríamos comer. Pedimos dos tablas una de carnes y otras de quesos, más bebidas y vino. Todo salió por $ 40.000.-
Sábado 25 de julio:
El sábado 25 fuimos a Rio Grande, llegamos por casualidad, pues originalmente íbamos al Valle del Arco Iris, pero en el medio del camino nos dimos cuenta que no teníamos suficiente bencina y estábamos en un punto que no podíamos seguir a nuestro destino pues seguro que nos quedaríamos en pana y también teníamos la incertidumbre de si alcanzábamos llegar a San Pedro.  

Santiago de Rìo Grande celebraba el dìa de su Patrono
Finalmente, nos atrevimos a desviarnos a Rio Grande, un pueblo que estaba a 7 kms., apostando a encontrar alguien que tuviera un bidón de petróleo, puesto que no había bomba de bencina.    Cuando íbamos entrando a Río Grande, nos fuimos dando cuenta que el pueblo entero estaba de fiesta.  






De 78 familias (Cristián dice que eran 78 personas, habían bastantes más pues era la fiesta del patrono del pueblo, el Apóstol Santiago.   La fiesta fue realmente pintoresca, con mucho fervor y todos los participantes muy compenetrados con sus roles.  Algunos participaban en las bandas, otros en los bailes y otros transportando las distintas imágenes que se veneran en la Iglesia, que dicho sea de paso es muy bonita.   También habían parejas en que cada uno de sus integrantes se agarraba una pata de cordero.   Y unidos por estas dos patas, las tenían que levantar para que pasaran por debajo otras parejas similares.   Es una tradición que  viene de antiguo y que tiene que ver con ofrendas que se hacían para agradar a los conquistadores españoles, mostrando los pueblos originarios su simpatía para estos personajes extranjeros.

Entre los que estaban siguiendo la procesión estaba una señora española, de Barcelona, que era la hermana del cura que la presidía.   Nos contó que su hermano, español también, vive en Calama hace 52 años y que ella también llegó a Chile alrededor del 1965.   Ella fue profesora de una escuela pública, hasta que jubiló y se volvió a España, pero que volvió a Chile 15 años atrás y desde entonces se siente una Atacameña.



Nuestra angustia por el combustible se acrecentó cuando interrogamos a los primeros habitantes del pueblo y nos decía categóricamente que no creían que alguien nos pudiera dar petróleo.   Pero seguimos preguntando hasta que dimos con alguien que se mostró muy abierto y nos consultó cuánto estábamos dispuesto a pagarle por un bidón de 20 lts.    Le ofrecimos $ 600 por litro y acordamos que después de la procesión, nos daría el bidón.  Fue un alivio y una gran suerte.   Con ese combustible pudimos seguir nuestro camino y visitar los lugares que nos habíamos propuesto.   

Valle del Arco Iris


El Valle del Arco Iris es realmente espectacular.   Es digno de verse, en realidad qué no es digno de verse en esta región?   Casi nada.    Adentrarse por ese valle es mágico.   Formado por dos murallas de rocas con figuras puntudas casi como si fueran esculpidas, en forma de montaña, con colores terracota y rojizos, al final de un pasaje nos encontramos con otra muralla de fondo que también son una rocas de colores verde, rojizo y azul.    Muy impresionante el lugar.   El camino hasta aquí, desde San Pedro, también es muy impresionante y digno de recorrer.
De ahí seguimos al Valle de la Muerte, donde dejaríamos a Cristián, la Vero y la Ceci en sus bicicletas y nosotros con la Pila seguiríamos en auto hasta la altura de ese valle. También con un paisaje distinto al que habíamos visto en los días anteriores, este se asimilaba a lo que podría ser un paisaje lunar, con rocas en el medio de la nada, un camino recomendable hacerlo solo en un 4x4, y una dunas muy pronunciadas en la parte superior de esas montañas.  



Había muchos jóvenes que se estaban tirando en "sandboard", la mayoría dándose unos golpes feroces contra la arena, pero igual se veía un deporte muy sano y divertido, en caso de salir bien.  


Mientras Cristián siguió pedaleando por el camino hacia arriba, la Vero y la Ceci tomaron sus bicicletas para bajar por el camino hasta San Pedro.  Ahí dejarían las bicicletas y nosotros las pasaríamos a buscar para ir al Valle de la Luna, a ver el atardecer.
Pese a que la señalización hacia el Valle de la Luna dice una cosa, el camino es por un lado nada que ver.  Y eso nos costó no poder ver el atardecer en dicho lugar.  Nos internamos por un desvío que está indicado en el camino principal de San Pedro a Calama, esperando que en el Km. 50 llegáramos a destino final.  El camino, de ripio, muy bueno, era interminable.  Recto y visible hasta el fin del horizonte, en medio de un plano rodeado de montañas a los dos lados, era misterioso pero también aburrido.   Ningún aviso de dónde estábamos, de cuánto faltaba.    Ningún arbusto, puras piedras,  pero el paisaje era muy especial. Sin embargo, como no veíamos ninguna señal de llegar al destino final, decidimos regresar, por suerte, puesto que se nos comenzó a prender la señal de la reserva de la bencina.    Fue una desilusión, nos adentramos hasta el km. 60, lo que significó recorrer de vuelta otros 60 Kms., y aunque gozamos las vistas que nos rodeaban, no pudimos conocer el Valle de la Luna.  Mal por SERNATUR y las autoridades involucradas.   En el camino nos cruzamos con varios turistas, argentinos en su mayoría, aunque también habían unos españoles y unos alemanes, que también se perdieron con este signo equívoco que hay en el medio de la carretera entre Calama y San Pedro.  Cuando mi hermana Pilar fue a decir al día siguiente lo que le había pasado, la persona que atendía en San Pedro la oficina de SERNATUR, le contestó en forma poco deferente que era la primera vez que recibía un reclamo de ese tipo, como cuestionando lo que le estaban diciendo.
En la noche comimos en el hotel, por la módica suma de $ 65.000, una comida muy sabrosa y una muy buena conversa, en la que se tocaron temas familiares, donde los niños estuvieron ávidos de saber más de la familia Bazán, aprovechando lo que la Pila les podía contar, así como también sobre el futuro de la humanidad, comentando los libros que más impacto le han producido a cada uno de los comensales.
Luego nos acostamos pues al día siguiente había que madrugar para ir a los geiser del Tatio.
DOMINGO 26 de julio de 2015
Geiser del Tatio:   Para apreciar este espectáculo, realmente único, donde se producen unas verdaderas explosiones que liberan vapor y agua, es necesario contemplarlas en persona.   Por muchas fotos, descripciones o películas que se hayan visto nunca se podrá apreciar realmente lo que esto significa.    Para eso nos levantamos a las 4.30 am para partir alrededor de las 5 am al Tatio, a unos 75 kms. de San Pedro.  


El camino está muy bueno, de ripio pero bien mantenido, por lo que se puede llegar en alrededor de 90 minutos.  Hay que ir bien abrigado puesto que el frio penetra por todos los huesos.  Ya de noche y a oscuras, se aprecian las decenas de cráteres que forman estas columnas de vapor que salen del fondo de la tierra.  Espectáculo que se va haciendo más visible en la medida que el día comienza a aclarar.   Es impresionante ver cómo se forman en estos cráteres pozones con agua hirviendo que en ocasiones se convierten en fuertes columnas de vapor blanco que se elevan en algunos casos por hasta 10 mts. de altura.  Pero el agua que hierve, a menos de un metro se congela por lo frío del ambiente.  Es algo digno de verse.   Yo fui con la Vero y la Ceci, regresando a San Pedro a las 10 am, donde tomamos un rico desayuno en el hotel, lo que nos ayudó a reponernos del frío y de la altura, puesto que los geiser quedan sobre los 4.200 mts.



Ese día también fuimos a Misa en la Iglesia de San Pedro, que se ofició a las 12 pm.   A pesar de ser San Pedro un pueblo turístico, con muchas agencias de turismo, me costó que me entregaran información de las Misas en San Pedro.   Finalmente dí con alguien que me dijo el horario de Misas, aunque me agregó al final de su frase que igual debía confirmar esa información.    El cura que hizo la prédica muy bueno, el Evangelio que tocó fue el de la multiplicación de los panes, lo que aprovechó para recordar que lo más importante en la tierra es acumular la riqueza del amor y multiplicarla sin límites.
De ahí nos fuimos con la Pila y la Ceci a almorzar al Alto Atacama, un hotel en las afueras de San Pedro de mucho gusto, aunque caro.  


Almorzamos cosas ricas, la Pila y yo un pato muy bien preparado y la Ceci una ensalada.    Un solo postre y bebidas.   Todo por un módico costo de $ 65.000.   Cristián y la Vero, mientras tanto, salieron a dar un paseo en bicicleta que les impresionó mucho.   Fueron a la Garganta del Diablo, debiendo cruzar ríos y andar por caminos escarpados.    Una aventura que los devolvió muy contentos.
Después de almorzar, nos fuimos al hotel a encontrarnos con Cristián y la Vero, para iniciar nuestro regreso a Santiago.    Fuimos al Valle de la Luna, un lugar único en esta tierra que realmente vale la pena visitar.  

 



Con dunas muy impresionantes y, actualmente sin que se puedan pisar, dan la sensación de estar en un lugar donde nadie ha estado antes.     Tuvimos que subir un pequeño cerrito, lo que no dejó de ser un desafío, especialmente para la Pila y para mí.  Pero lo logramos y valió la pena.


El Valle de la Luna es una obligación visitar si se va a San Pedro.
De ahí seguimos camino a Calama, donde tomamos el avión que nos trajo a Santiago.