Con gran asistencia y un programa novedoso se celebró este año la décima versión de la Cena Luz y Vida de la Fundación María de la Luz Zañartu. Es la primera que me toca presidir y me sentí muy cómodo y relajado. Todo estuvo muy bien organizado.
Parte del Directorio en la foto de la izquierda (Antonio y Diego Errázuriz, Jorge Mas, María José Zañartu y yo) y parte de la concurrencia en la de la derecha (María Olga Zañartu, Gerardo Martínez, Loreto Ovalle y Jaime y Cristián Bazán)
Andrés Llona, Alejandro Edwards, Antonio Errázuriz, Diego Errázuriz, Max Correa. Lucho Lira, Chuma Domínguez, Rosita Ruiz Tagle, Tuco Subercaseaux
Algunas novedades que tuvo este evento fue que entregamos por primera vez el premio "María de la Luz Zañartu" a la niña que representa mejor los valores de la Fundación.
La Directora del Hogar Betania, María Isabel Carrasco, la galardonada con el premio María de la Luz Zañartu y yo
También trajimos a una egresada del Hogar Betania que ahora trabaja en Santiago. La Directora del Hogar también estuvo presente en la cena.
El siguiente es el discurso que pronuncié en la ocasión:
Muchas gracias por venir una vez más a ayudarnos a sostener esta Fundación que partió ya hace diez años.
Son tantas las cosas que han pasado en este período… Se han debido sortear muchas dificultades, pero muchas más han sido las satisfacciones que hemos tenido y que queremos compartir con Uds.
No voy a hacer un recuento de lo que ha hecho la Fundación María de la Luz Zañartu, pero sí quisiera recordar sus orígenes y hacia dónde queremos dirigirnos.
Muchos de los que están en esta sala conocieron personalmente a María de la Luz, la Mala, y sus amigos podemos dar testimonio de su gran bondad, su alegría y su fe.
Aunque vivió esa enfermedad tan agobiante y a ratos dolorosa, siempre tenía una sonrisa en su boca y palabras de consuelo para los que sufrían al verla sufrir.
Su ejemplo nos inspiró y nos motivó. Así fue el orígen de la Fundación. Una obra que puede ser vista desde dos dimensiones: una social y una dimensión espiritual.
Como sociedad está claro que todos debemos preocuparnos de los aspectos que no funcionan y que pueden contagiar al resto de la comunidad.
La sociedad debe preocuparse de enfrentar la pobreza y la falta de oportunidades que producen desigualdades extremas, injusticias y polarización.
Entre otras cosas, preocuparse de los niños que nacen en ambientes en que no pueden ser educados ni tampoco salir de su condición de extrema pobreza por sí mismos.
Son los que se ha llamado niños en riesgo social.
Si la sociedad no asume su cuidado y educación, está induciendo al surgimiento de un foco muy peligroso que puede desembocar en violencia y delincuencia.
Desde ese punto de vista la sociedad debe ayudar a que los niños puedan salir de este círculo maligno.
La otra dimensión es la espiritual, la cristiana, que nos llama a entregarnos al que sufre, mostrarle los medios que tiene para superarse a sí mismo.
El Padre Donald en los responsos de María de la Luz, decía que VALE LA PENA VIVIR, pero lo vale para amar a los demás, pues de esta forma la vida perdura para toda la eternidad, en la Gloria del Amor.
Nos decía también que vale la pena sufrir, porque nos hace misericordiosos, comprensivos y humildes, y agregaba que Vale la pena amar porque el amor tiene la capacidad sobrenatural de transformar las penas en alegrías, las angustias en paz, el dolor en oración, el fracaso en una esperanza.
No me cabe duda que la Mala por medio de su enfermedad, acumuló y entregó más amor a los demás.
Estas dos dimensiones han dado origen a la Fundación María de la Luz Zañartu y el Hogar Betania ha sido nuestro primer paso.
Nos hemos encontrado con niñas que necesitan mucho amor, que han sido tremendamente castigadas por el medio donde nacieron, y muchas de ellas posiblemente no habían escuchado ni sentido jamás un “te quiero”.
Nosotros queremos decirles a ellas: TE QUIERO, mostrarles que la sociedad en su diversidad tiene gente que se preocupa de ellas como criaturas de Dios que son. Y esa es sin duda una buena semilla para salir adelante.
Nuestra labor es ayudarlas a curar sus heridas, a mostrarles que el amor es el principal camino que las debe guiar, porque el amor da la libertad de decir NO a lo que esclaviza, a los vicios de este mundo.
Si en todas partes están presentes la droga, el alcoholismo, la prostitución, piensen Uds. qué fácil puede ser introducirse en un medio más frágil y vulnerable.
Y así ha ocurrido con nuestras niñitas del Hogar Betania; varias de ellas han estado expuestas a estas amenazas.
¿Es posible hacer algo para evitar que estos angelitos repliquen con sus futuras familias las experiencias que ellas tuvieron?
Es posible. Seguro que podemos hacer algo y que debemos hacerlo. Y tenemos la certeza de que vamos a tener éxito.
Podemos hacer mucho por estas niñas que son tan receptivas de cariño y tan agradecidas ante el más mínimo gesto de afecto.
A través de ellas hemos comprobado que VALE LA PENA AMAR.
Este es el compromiso de la fundación María de la Luz Zañartu.
Ser una instancia de reencuentro, de esperanza, de formación, de amor.
Han pasado por el Hogar más de 150 niñas. Hoy tenemos con nosotros a Pilar Badilla que egresó del Hogar Betania, donde estuvo 7 años, y trabaja hoy en Santiago.
Ella ha salido adelante por sus propios méritos, pero la Fundación fue un apoyo muy importante en su vida.
Y continuamos el esfuerzo para entregar valores.
Como una forma de incentivar y destacar a las niñas que demuestran un gran espíritu de superación, hemos instituído el Premio María de la Luz Zañartu, que será entregado esta noche por primera vez.
Además, hemos iniciado la construcción de un oratorio en el Hogar Betania, como una forma de contar con un espacio de oración y donde las niñas puedan estar a solas consigo mismas.
Pero nuestro desafío es poder ayudar a más niñitas.
Queremos tener un Hogar en Santiago y para eso, estamos buscando una nueva Residencia de menores en la que podamos entregar nuestra experiencia de gestión y de educadores.
Esto ha sido y será posible gracias a todos ustedes.
Quisiera agradecer en forma muy especial en esta ocasión a todo el Directorio de la Fundación que ha trabajado en forma abnegada, desinteresada y con mucha energía para sacar este proyecto adelante.
Antonio Errázuriz, Jorge Mas, María José Zañartu, Andrés Llona, Diego Errázuriz, Max Correa, Alejandro Edwards, Astrid Nappe.
Nuestros agradecimientos también para los ex Directores Pablo San Martín, Magdalena Errázuriz, Jaime Charade, Patricio Valdés, José Miguel Pérez y Victoria Nieto.
Y en forma muy particular quisiera reconocer el trabajo de mi predecesor, Sebastián Aninat, quien me dejó la vara muy alta para seguir sus pasos.
Asimismo, aprovecho de agradecer a Paula Sánchez, ex Gerenta de la Fundación, y a Carolina Novoa y Magdalena Larraín, quienes han tomado la gestión operativa de la Fundación.
Aprovecho también de reconocer a María Isabel Carrasco, la Directora del Hogar Betania, quien hoy nos acompaña, y por medio de ella, a todo el personal que trabaja en el Hogar.
Pero sin duda nada de lo que se ha hecho habría podido materializarse sin la ayuda de todos Uds., de los incondicionales colaboradores y tantas personas que nos entregan su apoyo permanentemente a través de contribuciones de todo tipo.
A nombre de la Fundación y de todas las niñitas que han pasado por el Hogar, muchas gracias.
Ustedes, con su apoyo, nos han demostrado y nos siguen mostrando de VALE LA PENA AMAR.