ROMA: 19 de julio, 12 pm (hora local)
Una vez que nos embarcamos a Roma, nuestro entusiasmo iba creciendo en forma directamente proporcional a nuestro cansancio. La llegada a Roma fue con alegría y ganas de llegar luego a lavarse y cambiarse de ropa. Sin embargo debo confesar que el aeropuerto de Roma, el Leonardo da Vinci o Fiumichino, deja mucho que desear. Bien antiguo, feo y caótico. Pero igual estábamos de buena onda como para dejar pasar estas primeras impresiones de nuestro primer contacto con Italia.
Una vez que recuperamos las maletas, fuimos a ubicar el bus que resultó ser una gran máquina solo para nosotros.
Esperando que salgan las maletas del avión. Todo un bus para el grupo
Una vez instalados en Roma en un convento de monjitas muy limpio, acogedor y bien ubicado (cerca del Vaticano, del Castel St. Angelo, del metro,...), nos duchamos y partimos tipo dos de la tarde a la gran aventura de conocer la "ciudad eterna".
Arriba, el edificio cuadrado con un patio al interior, era nuestro convento. Abajo, el barrio donde se ubica el convento
Lo primero que hicimos fue ir a la Iglesia de San Pablo Extramuro. En este año paulino, visitarla, rezar por las intenciones del Papa, confesarse y comulgar permite obtener una indulgencia plenaria. La Iglesia, donde está enterrado el apóstol San Pablo, es una de las basílicas más grandes de Roma luego de San Pedro. Artísticamente es una gran pieza arquitectónica y que contiene muchas obras de arte valiosas así como mosaicos muy impresionantes.
Dirigiéndonos a tomar el bus para ir a San Pablo Extramuro. En ese bus le robaron la cámara a la Fran. En el paradero una vieja loca extravagante le pegó a la vero con una especie de trompo de madera. Nunca supimos si fue por bromista o por mala
Justo arriba del paradero estaba la Embajada de Chile. La patria siempre marca!
La imponente Basílica de San Pablo, con sus columnatas, la estatua de San Pablo y su frontis de mosaicos nos invita a recordar lo que fueron los primeros pasos de estos hombres que cristianizaron el mundo
La puerta que solo se abre para los años de jubileo y el techo de la Basílica son piezas de arte y fervor religioso
Luego de visitar esta impresionante iglesia y haber solicitados las indulgencias, nos fuimos a ver la Iglesia de San Juan de Letrán. Para ello tomamos el metro, que deja mucho que desear en Roma. Uno pensaría que aprovecharían las estaciones para hacerlas como museos, con tantas cosas que tienen para mostrar, pero no es así. Son más bien feas, sin nada acogedor y sucias. Los carros todos pintarrajeados, no son amistosos.
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