Sin mayores consecuencias, esta mañana a las 5 am comenzó a quemarse la campana de la cocina, generando llamas bastante grandes y para qué decir la cantidad de humo que invadió todos los rincones de la casa. La Ube, que duerme al lado de la cocina, despertó y comenzó a gritar desesperada, despertándome y alertándome. Yo me levanté muy alarmado y en pijama fui a la cocina y me encontré con una escena dantesta. Todo oscuro y puras llamas. No sabía bien qué tan grave era la situación, pero lo primero que hice fue ir a buscar un extinguidor. Había uno a mano y entre el nerviosismo y el que no lo había usado nunca, además de la oscuridad, no sabía como sacarle el seguro. Fueron pocos segundos de tratativas, pero que parecieron una eternidad. Finalmente logré disparar el polvillo a las llamas e inmediatamente se apagó el incendio. Muy eficaz y salvador tener un extinguidor en la casa. He aquí el resultado de la gracia.
1 comentario:
Qué cosa más tremenda, menos mal no paso a mayores... ¿pudiste saber por qué se produjo?
J. Díaz
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