El robo de la estutua de Rodin del Museo Nacional de Bellas Artes no es más que la consecuencia de una educación que confirma el poco respeto por los demás y por el patrimonio cultural, ya sea nacional o de la humanidad. La reacción cuasi pasiva de las autoridades chilenas frente al acto vandálico de los grafiteros chilenos en El Cusco, apoyados incluso por parlamentarios que pretendieron sacar provecho político de ese acto, contrasta con la política seria y responsable que demostraron las autoridades peruanas. En Perú podrán haber muchos problemas, pero si hay algo que respetan porque están orgullosos de ello, es el patrimonio artístico que tienen.
Frente a un acto que desprestigia a Chile y que incluso corrió riesgo de politizarse, nuestra autoridad debió inmediatamente solidarizar con el pueblo peruano que sintió el agravio de los grafiteros chilenos. Qué diferencia con el caso de la quema de bosques en Las Torres del Paine, en que el Gobierno Checo, que tampoco tenía nada que ver, asumió la tarea de reparar en parte el daño cometido.
El robo de la estatua de Rodin, que parece ser una broma estudiantil, además de mostrar la ineficiencia y poca preparación para proteger una muestra tan valiosa (ahora me explico por qué la seguridad en los domicilios es tan precaria si la del Museo pudo ser violada tan facilmente), comprueba que el humor chileno está con los valores cambiados. Una muestra cultural que no es fácil de trasladar, que tiene un valor incalculable y que se supone que es para que pueda ser admirada por miles de personas que no tienen la oportunidad de viajar a verla en persona, es objeto de una broma que repercutirá sin duda en los proyectos que puedan haber, tanto públicos como privados, de traer otras exposiciones a Chile. Quién se atreverá a dar la autorización para enviar una muestra a Chile cuando una pieza de una exposición de Rodin es fácilmente sustraída sin que, para el colmo de los colmos, no haya ni siquiera funcionado ningún sistema de alarma, nadie hubiera detectado el robo sino varias horas después y, peor aún, por temor a reprimenda o falta de responsabilidad de los encargados de la muestra no se haya dado aviso a las autoridades pertinentes en Chile?
Las responsabilidades recaen en todos nosotros, como sociedad, por no hacer las cosas bien: No educar a nuestros jóvenes con los valores correctos de respeto por los demás, y de hacer las cosas con excelencia. En alguna medida soy también responsable por no poder cambiar estas actitudes.
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